Imagen del título: Portada de The Wall de Pink Floyd + Graffiti de http://flickrhivemind.net/Tags/cry,graffiti/Timeline

31 de diciembre de 2013

Retrospecter

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Este año voy a cerrar el año con los mejores momentos de estos doce meses, según mi cuenta de feisbuc:

-Soy profesor de formación.

-Me di cuenta de que Sonetos 37/73 se llama así porque son dos sonetos, uno al derecho y otro al revés.

-Recordé Estado del Malestar tras dos años de reflexión.

-Me hice oficialmente Bucanero, y hay pruebas de ello.

-Me hice nazi. Pero sólo un ratito.

-Di mi primer concierto eléctrico.

-Descubrí una casualidad feisbuquiana.

-Me etiquetaron en comidas, manualidades y dibujos que no hice, y en fotos pasadas.

-Di un concierto en Memphis.

-Estuve en la feria de Gines.

-Estuve en el Leyendas del Rock viendo a Doro, entre otros.

-Protagonicé una película.

-Me inventé la enésima diVersión.

-Me hice pastafari de boquilla.

-Me hice payaso.

-Me monté en cacharritos sin pagar.

-Conocí muchos perros y buena gente.

En definitiva, ha sido un buen año, he hecho muchas cosas y he dejado de hacer muy pocas. Eso es bueno.

¡Por un 2014 mejor aún!

Ponle un perro por ahí y es mi resumen del año

26 de diciembre de 2013

«Me gusta que los extranjeros conozcan Eslovaquia»

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Dovidas Hossa (n. 1960) se dedicó durante muchos años a la restauración de documentos antiguos y esa profesión fue la que hizo que acabáramos conociéndonos. No hace mucho, durante una breve estancia en Eslovaquia, me encontraba en el Antiguo Ayuntamiento de Bratislava observando documentos históricos, él estaba trabajando, nos cruzamos y, casi sin querer, entablamos una interesante conversación. Hace pocos días he podido hablar de nuevo con él y he aprovechado para traerle a esta sección:

Dovidas y señora en la última visita que les hice
Me alegra volver a verte, Dovidas. ¿Qué tal la vida fuera del museo?
Diferente. Sigo estando entre libros, pero sin horarios y sin visitas de turistas.

Pero me consta que los visitantes no eran precisamente una carga para ti.
Tú mejor que nadie lo sabes. Me gustaba preguntar a los extranjeros qué conocían de la historia de Eslovaquia.

¿Y qué es lo que te hubiera gustado que te contestaran? ¿Qué parte de esa historia te gustaría que se conociera en todo el mundo?
Pues me parece especialmente interesante no algún acontecimiento histórico, sino un aspecto cultural que pocas veces se tiene en cuenta: la cercanía en todos los sentidos con las regiones colindantes, especialmente Chequia, no le ha evitado tener un idioma diferenciado, aunque claramente similar. Las lenguas de la zona son eslavas y entre sí no se distinguen como dialectos, sino como idiomas independientes. Siempre me ha sorprendido que esto sea así, cuando las historias de todos los territorios de origen eslavo es en buena parte similar en lo cultural y en lo político.

Es curioso que no menciones el hecho de que al invadir Checoslovaquia la Alemania nazi el territorio eslovaco se mantuviera independiente...
Lo realmente curioso es que no hayamos hablado nunca de esto. De manera oficial la República Eslovaca era independiente a Alemania, a pesar de que por aquel entonces era la mitad de un país conquistado. Pero realmente esa independencia era una pantomima, lo único que la diferenciaba de esa Alemania, por desgracia, era poco más que la bandera.

Supongo que si tuvieras que elegir una construcción preferida de todas las de tu país sería el Antiguo Ayuntamiento...
Está claro que el aprecio es inevitable, tras tantos años con un trabajo tan placentero como el que tuve allí. Aunque el Palacio de Grassalkovich es impresionante.

Hablando sobre el tema, ¿por qué acabó tu etapa allí?
Me prejubilé. Como sabes tengo ciertos problemas de salud y me dificultaban el trabajo. Aunque sigo haciendo casi lo mismo en casa, pero ahí estoy más cómodo.

¿Dirías que Eslovaquia es el país que más te gusta?
«Mi edificio eslovaco favorito
es el Antiguo Ayuntamiento»
Eso sería mucho decir. He viajado poco, pero cada lugar tiene su encanto y sus vergüenzas.

¿Cómo viviste la caída del comunismo? Porque el ascenso te pilló bastante joven...
Sí, aún no tenía ni diez años y no me enteraba bien de lo que estaba pasando, sólo sabía que era un cambio importante. Cuando cayó ya tenía treinta y vi cómo entraba una forma de vida diferente, no necesariamente mejor. A mi situación no le influyó el régimen en el gobierno, simplemente tenía esperanza en que un cambio hiciera bien al país. Pero, como me imaginaba, no fue nada radicalmente diferente.

Entonces conocías cómo era la vida en la Europa Occidental.
Tenía algún que otro conocido que se fue a vivir a Alemania en los años setenta y tenía noticias de allí. Aunque, como te digo, la esperanza de un futuro mejor se notaba en el ambiente.

Bueno, dejemos tiempos pasados y volvamos al presente. ¿Dónde decías que hacen el mejor bryndzové halušky de por aquí?
Aquí al lado, en la cocina de mi casa, ya sabes lo bien que cocina Ľubica.

16 de diciembre de 2013

Dixlesia

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El pasado viernes leí la siguiente carta al director en el Diario de Sevilla. La firma alguien llamado Miguel Fernández:
Pienso en la vida de Nelson Malndela, en su honradez, en su actitud constante de reconciliación, de sumar en vez de restar, y al cotejarlo con la izquierda de este país siento indignación y tristeza, porque, a mi juicio, está llevando a cabo una estrategia equivocada, anclada todavía en la lucha antifranquista, empleando métodos y eslóganes que recuerdan tiempos donde fueron necesarios, pero que ahora resultan cuando menos incomprensibles. Basta recordar los gritos de "libertad para la clase obrera" unidos a los insultos a la juez Alaya como botón de muestra de cómo utilizan una estrategia rancia. Su obsesión es desgastar al adversario político, incluso vinculándolo a los fascistas de los malos tiempos de nuestra historia. Sea o no demostrable, no importa: la derecha es el caos y la izquierda tiene el deber de echarla del gobierno. Así, el pueblo sospecha que el principal objetivo de la izquierda no es arrimar el hombro para mejorar su situación hoy, sino recuperar las mieles del poder perdido. Traigo aquí esta frase de Mandela: "Si deseas hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces se convierte en tu compañero". Pero aquí esos parámetros no interesan. ¿Ha habido razones sobradas para que la izquierda y la derecha se pongan a dialogar y sacar al país de esta espantosa crisis que tanto daño está causando a millones de ciudadanos? Sin duda, pero es mejor que siga todo mal, que sufra lo indecible la población antes que contaminarse con la derecha con acuerdos saludables, dignos de una izquierda con visión de Estado y no miope con sus banderías de partido y su puritanismo rayano en el sectarismo. Ojalá la actitud de diálogo demostrada continuamente por Mandela, incluso con los que lo torturaron, sirva de orientación a nuestra descentrada clase política.
Llevaba como título "Mandela y la izquierda española". No voy a hablar del ahora conocido por todos como Madiba. De la izquierda española, sí, pero en un contexto mayor, el del panorama político actual.

Miguel Fernández menciona la importancia que da la izquierda española al pasado. No creo que sea falso, pero no es algo extraño a la derecha ni a la política de otros países. De hecho creo que el mismo uso del espectro político tal cual es anclarse en el pasado.

No cabe duda de que la polarización en cualquier aspecto suele venir con nuestra condición humana, así que la política no se iba a salvar. Por eso se distingue entre izquierda y derecha políticas y por eso, desde los orígenes de los conceptos, ambos se toman como el agua y el aceite. Es muy sencillo adaptar a todo nuestro mundo un esquema lineal cuyos extremos jamás se encuentran, lo que implica que no hay punto intermedio que valga. Y si alguna vez parece haber alguno, seguro que hay trampa. Pero normalmente la sencillez de algo no implica su conveniencia. Es más, yo diría que aplicar un esquema así a la política es contrario a ella misma, cuyo objetivo es mediar en los asuntos humanos en busca de concordia.

Apostar por la convivencia implica centrar la atención en el acuerdo y evitar, en la medida de lo posible, el enfrentamiento. Esto hace que carezca de sentido seguir viviendo en el pasado buscando hechos que echar en cara al "enemigo", a la "oposición", olvidándose de tratar de encontrar la unión que favorezca a la sociedad en su conjunto. La izquierda española tiene todavía demasiado en cuenta el franquismo y se lo echa en cara a la derecha española. Pero la izquierda política en general sigue teniendo demasiado en cuenta errores de la derecha política. Y viceversa. No hay más que ver un informativo para darse cuenta que lo que recibe más atención es la acusación al de opinión política diferente. Pasa con la izquierda y la derecha, y también con otras posiciones que surgieron posteriormente, como el centro político (que, como posición definida, tiene sus enemigos: todos los que no sean de centro).

Efectivamente, "ha habido razones sobradas para que la izquierda y la derecha se pongan a dialogar", pero sí, "es mejor que siga todo mal" y que cada posición se encierre en sus "banderías de partido". No es extraño que así sea, en un mundo tan pretendidamente competitivo.

Imagen tomada de aquí

6 de diciembre de 2013

Hablemos de... (VII) la solidaridad

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Últimamente nos han llegado noticias de Filipinas porque ha pasado por allí un tifón que ha arrasado con todo. La atención se centra en la gente que ha perdido sus casas y sus pocas pertenencias y en la necesidad de ayudarles desde aquí. Nada nuevo, típicos mensajes solidarios del autodenominado "primer mundo". Ya pasó con Haití hace tres años.

Eso es lo que nos enseñan que es la solidaridad: ayudar al miserable cuando está peor de lo que estaba. Según este criterio, ser solidario es dar dinero o alimentos a alguna entidad que, al parecer, los hará llegar al colectivo "necesitado" en cuestión, desde los pobres pedigüeños que pasan frío en las noches de invierno hasta un país entero de la otra punta del mundo que, debido a un "desastre natural", ha perdido lo poco que podría tener.

Para ser solidario es importante que el receptor de nuestra generosa ayuda estuviera en una situación difícil antes del hecho que nos hace plantearnos la susodicha ayuda. Con los ejemplos que acabo de decir: las personas que viven en la calle necesitan ayuda tanto en verano como en invierno, pero, como en invierno en la calle hace frío, se hace más ineludible echar una mano (además es la época de navidad, el momento del año en el que "hay que ser" buena gente); los países más frecuentemente afectados por fenómenos naturales son países pobres, a cuyos habitantes les viene bien la ayuda en cualquier momento, pero si pasa un tifón o sufren un terremoto y se caen sus casas de cartón, entonces es momento de preocuparse por ellos, nosotros, los buenazos del primer mundo.

Solidaridad con los negritos, pobrecitos

Si hacemos memoria, ha habido casos de desastres en países ricos y los mensajes que nos llegaban eran, por lo general, meramente informativos. No hay muchos que quieran poner dinero para ayudar a subsanar los efectos de un huracán en Estados Unidos o para tratar de solventar un accidente nuclear en Japón, esos países son más ricos que nosotros. La solidaridad no se entiende si no es con alguien que esté en una situación peor.

Pero la solidaridad no es ni más ni menos que ayuda, colaboración, convivencia, en definitiva. Ya sea a escala local o global, se pueden buscar métodos de cooperar para, entre todos, vivir bien. Da igual quién sea rico, quién pobre, quién "mejor", quién "peor". Solidaridad es predisposición a colaborar entre todos, sin matiz alguno. Pero se asocia a la caridad, a ayudar al desdichado (especialmente cuando su desdicha se agranda, como he dicho antes). No sé a qué se deberá, pero lo importante, más que el significado de la palabra, es la actitud que tomamos cuando la usamos, que no es otra que la condescendencia y el cinismo: el primer mundo es mejor que el tercero y, por ello, tiene poder sobre él; un poder que se ejerce para nuestro propio beneficio, produciendo dificultades, y que se convierte en buenas intenciones cuando la situación difícil no la ha causado ese mismo poder.

En este punto no podemos dejar de hablar de las ONG. Las principales Organizaciones No Gubernamentales tienden a actuar con esta actitud "solidaria" de ayudar al pobre, nosotros, que somos "mejores". La forma de actuar en estos casos es hacer ver una realidad incómoda, mostrar la diferencia entre esa situación y la del espectador (un alegre habitante de un "estado de bienestar"), tocar su fibra sensible y convencerle de que, apadrinando a un niño africano, acabará con la pobreza mundial. Más de lo mismo, con el agravante de que quien recibe estos mensajes no son los que pueden hacer frente al problema.

Las situaciones penosas en las que se sumen los "colectivos desfavorecidos" rara vez es provocada por los afectados y muy difícilmente el ciudadano de a pie puede poner solución. Lo que nos ofrecen como soluciones no son más que parches para tranquilizarnos (si somos capaces de hacer esa donación) o culpabilizarnos (si no lo somos). Una distracción más de otros asuntos más relevantes que deberían ocuparnos.

Esta solidaridad no es solución para nada.

La solidaridad, la verdadera, es necesaria. La que llevan a cabo a diario muchas personas y colectivos (oenegés entre ellos, por supuesto) sin necesidad de recurrir a mensajes que hacen sentir mal al receptor ni a una sensación de autocomplacencia que no debería de ser tal. Simplemente recurriendo a la colaboración con algún objetivo concreto. Convivencia.