"La gran verdad de la poesía
es que es como la masturbación.
No es ninguna mentira
ni una gran aberración,
es la verdad."
Autocordura, de Esteve Sánchez
Comienzo el blog estrenando la sección "
Hablemos de...", en la que, valga la
rebuznancia redundancia,
hablaré de algún libro o película, suceso, personaje, etc. de lo que tenga ganas de hablar, básicamente. La primera entrega se la dedico a una de las escasas personas a las que llamo "amigo" sin tener la necesidad de haberla conocido en persona.
Esteve "
Nuwanda" Sánchez, hospitalense de casi 36 años, no es, que yo sepa, alguien demasiado conocido más allá de su círculo de amistades (expresión bastante bien traída porque es un gran defensor de
G+, por cierto), pero es una de las personas más interesantes que he tenido el gusto de conocer. Casado y con cinco gatos, le encantan los buenos debates y el humor, dos aspectos en los que tiene siempre mucho que aportar. Anarquista, ateo, artista, pirata, soñador y realista, cachondo y serio, difícilmente definible...único.
[Me tienes que invitar a patxarán, que no lo pienso probar hasta que lo haga a tu lado.]
 |
Portada del libro |
Antes de hablar del libro, os dejo
este enlace, en el que podéis adquirirlo tanto en formato físico como en PDF.
A lo largo de estas treinta y cuatro páginas nos encontramos con una selección de poemas que datan desde la adolescencia del autor hasta hoy en día. Poemas de diversa temática, extensión y estilo que muestran las diferentes caras de una misma persona, con nombre y apellidos: reflexiones, experiencias, deseos, sentimientos,...todo cabe en sus poemas y todo está aquí recogido. Como no sé mucho de poesía, no sé qué más decir, así que me temo que hasta aquí duró mi análisis, no sin antes mencionar que, al menos el libro que me llegó a casa, parece editado por un mono: textos descuadrados e imágenes inexistentes (achacables a la página, aunque si es cosa del bueno de Nuwi estoy seguro de que pasará tres kilos de que le haya llamado mono).
Y para acabar, haré una pequeña selección de los poemas que más me han gustado del libro, a ver si os pica la curiosidad y ayudáis económicamente un poco a este señor, que bien lo merece.
El poema
Al principio no había nada,
sólo blanco, niebla, hueco.
Estaba todo árido y seco,
era el principio y cada
idea era considerada
sin llegar a ser engendrada.
Y hubo luz, fuego deseado,
disipando la niebla helada
con trazo inspirado.
Y hubo luz, y hubo fuego,
y hubo letras, y hubo sueño.
Y fue la sangre la tinta
que dio forma a la extinta
desolación de la hoja, luego,
aflojó, y cejó en su empeño.
Dejó tras las líneas intervalo
de blanco, y se hizo dueño
de vacío; y el blanco, fue halo.
Y el halo se hizo verso,
y la nada fue palabra.
El vacío quedó inmerso
entre verso y verso,
donde la palabra era bisagra
del papel y de la mente.
Y donde, ya he dicho claramente,
al principio no había nada
nació la inspiración rimada.
Si algún día no estoy
Si algún día no estoy,
búscame en el norte,
donde el viento, ayer y hoy,
te trastoca y te rompe.
Si algún día no aparezco
espérame donde los detalles
importan, si merezco
la molestia de esperarme.
Búscame en la Catedral,
en una gárgola, en un pincel,
en un arcoíris de madera,
en el sofá, tomando un café.
Si algún día falto,
espérame en casa, y estaré.
O en cualquier antro
de Blues, o en el taller.
Si algún día falto,
tranquila, espérame, búscame,
que contigo me iré.
Guerra
Extremaron las salidas del muro,
rodearon las miedosas callejas,
incendiaron los hogares y granjas
y quemaron los caballos y los mulos.
Derramaron agrio llanto las madres,
desangraron las colinas y ríos,
a caballo entre humos y muertes.
Y quemando los cuerpos inertes,
las esposas lloran sus maridos
que en la guerra hallaron su muerte.
A quien me acuse de confuso
Pase en mí, mejor instinto,
que haya en mi mente difusa
huella vil de mano intrusa.
Que yo soy el laberinto
y mi mente es sólo mía.
Dadle muerte a la herejía
que falsea mis escritos
y mi mente, día a día.
No es verdad tal convicción,
pues es mi mente, mi vida,
y no os debo otra explicación
ante toda aquella confusión
que ya en mi mente dormía.
Pues yo soy el Laberinto,
y mi mente, sólo mía.
Hasta aquí llegó. Os dejo, no sin antes mencionar a la señora esposa de Esteve, Elena, una persona de carácter...cuidado con ella, que tiene acceso a elementos de tortura (entiéndase, accesorios de peluquería). No se molestaría si no la nombrase, es más, quizá le gustaría más que no lo hiciera, pero quería hacerlo. Supongo que sus tijeras no me harían daño (...o eso quiero pensar). ¡Un abrazo a los dos!